miércoles, 21 de febrero de 2007

Jesus es presentado en el Templo de Jerusalen


JESÚS ES PRESENTADO EN EL TEMPLO

[22]. Asimismo, cuando llegó el día en que, de acuerdo a la Ley de Moisés, debían cumplir el rito de la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, [23]. tal como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. [24]. También ofrecieron el sacrificio que ordena la Ley del Señor: una pareja de tórtolas o dos pichones.
[25]. Había entonces en Jerusalén un hombre muy piadoso y cumplidor a los ojos de Dios, llamado Simeón. Este hombre esperaba el día en que Dios atendiera a Israel, y el Espíritu Santo estaba con él. [26]. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no moriría antes de haber visto al Mesías del Señor. [27]. El Espíritu también lo llevó al Templo en aquel momento.
Como los padres traían al niño Jesús para cumplir con él lo que mandaba la Ley, [28]. Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios con estas palabras:

[29]. Ahora, Señor, ya puedes dejar
que tu servidor muera en paz como le has dicho.
[30]. Porque mis ojos han visto a tu salvador,
[31]. que has preparado y ofreces a todos los pueblos,
[32]. luz que se revelará a las naciones
y gloria de tu pueblo, Israel.

[33]. Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que se decía del niño. [34]. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: "Mira, este niño traerá a la gente de Israel ya sea caída o resurrección. Será una señal impugnada en cuanto se manifieste, [35]. mientras a ti misma una espada te atravesará el alma. Por este medio, sin embargo, saldrán a la luz los pensamientos íntimos de los hombres."
[36]. Había también una profetisa muy anciana, llamada Ana, hija de Fanuel de la tribu de Aser. No había conocido a otro hombre que a su primer marido, muerto después de siete años de matrimonio. [37]. Permaneció viuda, y tenía ya ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo día y noche al Señor con ayunos y oraciones. [38]. Llegó en aquel momento y también comenzó a alabar a Dios hablando del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
[39]. Una vez que cumplieron todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. [40]. El niño crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía con él.

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